domingo, 5 de febrero de 2012

El Tesoro de Giglio

Ha sido ya bautizado como “el tesoro del Giglio”, un enorme patrimonio naufragado con el Costa Concordia. Poco después de tres semanas de la tragedia, se teme el acecho de depredadores. Con la caótica evacuación del Crucero, en el que viajaban 4.200 personas, casi todo quedó abandonado en el vientre del gigante: valiosas joyas, dinero y objetos preciosos, incluyendo 12 xilografías del artista japonés Katsushika Hokusai, autor de una obra inmensa y variada, famoso por su representación de una enorme ola con el Fujiyama como trasfondo.

 

Con sus 300 metros de largo, 35,5 de ancho y 112.000 toneladas de peso, el Concordia llevaba a bordo más de 6.000 obras de arte, que adornaban las suites y espacios comunes, seleccionadas y organizadas por el profesor Nicola Salvatore, de la Academia de Bellas Artes de Brera. En el crucero había un auténtico museo de arte contemporáneo: 4.568 serigrafías, litografías o grabados, 986 obras digitales, 286 cuadros al óleo, y 42 esculturas. Los artistas, entre ellos los españoles Javier Garcerá, Jordi García Pons e Iñaki Bilbao, fundamentalmente se habían inspirado en el tema de la nave Costa Concordia: Europa, la paz y el diálogo entre los pueblos. Había también vasos de cerámica Zsolnay.


Teniendo en cuenta que el Concordia era un hotel de lujo flotante, una babel con gentes de 61 nacionalidades, muchos pasajeros llevaban sus mejores ropas y joyas para lucirlas en los bailes y cenas de gala. Entre dinero, joyas y obras de arte, el valor del tesoro que yace bajo las aguas en una zona protegida por su rica flora y fauna, es de unos diez millones de euros, según algunos cálculos. Aunque buena parte de ese tesoro se ha destruido con el naufragio. 
 

Pero queda aún botín para tentar a cazadores de tesoros. “Mientras haya cadáveres allí, es un lugar de acceso prohibido, porque es como una tumba”, ha declarado Robert Marx, un veterano buzo y autor de numerosos libros sobre historia marítima, arqueología submarina y búsqueda de tesoros. “Pero cuando hayan sacado todos los cadáveres, va a haber una carrera desenfrenada por el botín”. La Mafia, subrayó Marx, tiene equipos submarinos especializados para esas tareas de cazar botines submarinos.



Es ahora un paraíso para buzos”, coincidió Hans Reinhardt, un abogado alemán que representa a 19 pasajeros alemanes que reclaman fuertes indemnizaciones. Reinhardt ha explicado que algunos de sus clientes viajaron con diamantes y otras joyas que habían estado en sus familias por generaciones. “Ellas perdieron mucho relojes, collares, todo lo que las mujeres lucen cuando quieren verse bien vestidas”, comentó. “Ellas querían mostrar lo que tenían”.

La naviera Costa Cruceros, propietaria del Concordia, señaló que el valor de la nave era de 450 millones de euros, sin tener en cuenta obviamente los objetos a bordo.

Una vez que se extraigan las 2.380 toneladas de combustible, para lo que serán necesarias 2-3 semanas, el Concordia será desguazado y permanecerá aún unos 10 meses en las aguas cristalinas frente a la isla del Giglio.

 

En la página web de subastas se ha desencadenado una macabra venta de recuerdos del Concordia: Desde vasos y tazas hasta el modelo en miniatura de la nave, pasando por la carta menú de la cena de gala, las fichas del casino, e incluso copia de la nave naufragada. Se subastaron también periódicos con la noticia de la tragedia y algunos objetos de pasajeros que un día viajaron en el Concordia. Se los llevaron a casa como souvenir sin otro valor que el simple recuerdo.

Ahora, con la tragedia, adquieren en la subasta un valor con cínicas cifras que se incrementan con la puja, reliquias casi macabras. Hubo incluso un descarado que puso en la subasta este anuncio: “Se vende nave de crucero Costa Concordia, leves daños en el casco”. Precio de partida, un dólar. Había llegado a 1.000 dólares cuando Ebay cerró el anuncio. Algunos no se detienen ante nada en su afán por hacerse con un recuerdo de la tragedia del gigante de los mares que fue el Concordia.

Equipo Redacción Yeyo@Cruisers